Por Yosman Borja
Estudiante del programa de Ciencias Sociales.
Colombia atraviesa una crisis silenciosa, profunda y prolongada en su sistema de educación superior. Aunque se hable de cobertura, inclusión o innovación, lo cierto es que muchas universidades públicas, especialmente en las regiones más apartadas, enfrentan serias dificultades para sostener su misión educativa. La Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba (UTCH) es uno de los casos más emblemáticos de esta realidad.
La UTCH, ubicada en el corazón del Pacífico colombiano, ha sido por décadas una puerta de esperanza para miles de jóvenes chocoanos que sueñan con un mejor porvenir. Es mucho más que una institución académica: es un símbolo de identidad, resistencia y superación en una región históricamente marginada. Sin embargo, en los últimos años, esta alma mater ha venido enfrentando una acumulación de retos que ponen en riesgo su continuidad y su propósito.
Los problemas no son nuevos ni exclusivos. Van desde la falta de financiación estructural, la precariedad en infraestructura, la sobrecarga administrativa, hasta el desgaste institucional. A esto se suman tensiones internas, desconfianza de la comunidad universitaria, dificultades para garantizar la calidad académica y una creciente desconexión con los sueños de los estudiantes.
Pero la crisis de la UTCH no puede entenderse aislada del contexto nacional. En Colombia, las universidades públicas han sido sometidas a años de desfinanciamiento, mientras se les exige competir en condiciones desiguales con universidades privadas y extranjeras. En regiones como el Chocó, donde el Estado históricamente ha sido un poco ausente, las universidades públicas no solo educan: también alimentan, orientan, protegen, investigan y transforman.
Salvar a la UTCH es una tarea que nos convoca a todos. Es responsabilidad del Estado garantizar recursos adecuados y sostenibles, pero también es responsabilidad de la sociedad civil rodear a la universidad con confianza y sentido colectivo. Hago un llamado a todos los estamentos de nuestra universidad, los egresados, los estudiantes, los docentes, los líderes sociales, las instituciones del departamento, todos debemos comprometernos con su rescate.
No podemos permitir que la crisis siga creciendo al punto de apagar la única llama encendida para miles de jóvenes chocoanos. El futuro de una región no se mide solo en obras o cifras macroeconómicas, sino en la capacidad que tiene para formar a sus propios líderes, científicos, maestros, médicos y emprendedores.
La UTCH debe ser cuidada, defendida y transformada. No desde la confrontación, sino desde la unidad y el compromiso con la educación como bien común. Porque cuando una universidad pública cae, lo que realmente se pierde es la esperanza de un pueblo, se pierde el recurso más valioso, “LA EDUCACIÓN”
Hoy más que nunca, el llamado es a levantar la voz en favor de la UTCH, no por lo que ha sido, sino por todo lo que aún puede llegar a SER. Como dijo Diego Luis Córdoba:
“Por la Ignorancia Se Desciende A La Servidumbre, Y Por La Educación Se Asciende A La Libertad”.