Vía Quibdó-Medellín: ¿la trocha de la muerte?

Por Jackson Eustaquio Chaverra Mena.

Esta carretera de 231 kilómetros totales desde Quibdó hasta Medellín no es un simple camino, sino el reflejo de un olvido sistemático a los habitantes del Chocó.

La situación trágica de la vía entre Quibdó y Medellín es un testimonio desgarrador de abandono estatal y desatención a una necesidad fundamental: la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. Esta carretera, con una longitud de 125 kilómetros desde Quibdó a Ciudad Bolívar, (231 kilómetros totales hasta Medellín), no es solo un simple camino, sino el reflejo de un olvido sistemático que afecta directamente la calidad de vida y los derechos fundamentales de los habitantes del Chocó.

Los múltiples y trágicos accidentes que han sucedido en esta vía son más que estadísticas; son historias de vidas perdidas y familias desgarradas por la tragedia. Cada incidente subraya la urgencia de una acción estatal decidida y eficaz. No se trata solo de reparar una carretera, sino de reconocer y respetar el derecho de los chocoanos a una infraestructura segura que garantice su movilidad y, sobre todo, su seguridad.

A lo largo de los años, la vía ha sufrido varios accidentes significativos, muchos de los cuales han tenido consecuencias trágicas:

  • 14 de enero de 1998: Un accidente en el Carmen de Atrato involucró a un bus de la empresa Rápido Ochoa. Siete personas murieron y cinco resultaron gravemente heridas. El conductor perdió el control del bus debido al mal estado de la vía, particularmente en una curva peligrosa cerca del puente sobre el río Hábita.
  • 3 de febrero de 2009: Un bus de Rápido Ochoa se accidentó cerca de El Carmen de Atrato. El vehículo cayó al río Atrato debido a un deslizamiento de tierra y las malas condiciones de la vía. Este trágico evento resultó en la muerte de aproximadamente 40 personas.
  • 6 de Junio de 2016: Un alud de tierra en el sector conocido como El 20 provoca la muerte de al menos seis personas, con un número indeterminado de desaparecidos. Las labores de búsqueda y rescate se complican debido a la inestabilidad del terreno y la falta de visibilidad.
  • Octubre de 2016: Otro deslizamiento de tierra afecta la vía en el sector La Mansa, causando un cierre temporal. En un evento separado, una pareja muere sepultada por un alud en la zona conocida como el Alto del 20, cerca del municipio de Carmen de Atrato.
  • 26 de diciembre de 2016: Un bus de Rápido Ochoa se accidenta en el sector conocido como El Siete, resultando en la muerte de una persona y al menos 12 heridos. Algunos de los heridos fueron trasladados por aire a Medellín para recibir atención médica.
  • Abril de 2023: Fuertes lluvias provocan un derrumbe que sepulta varios vehículos en el sector conocido como el “Alto del 20”. A pesar de las inmediatas labores de rescate, se ven obstaculizadas por las condiciones climáticas adversas.
  • 13 de enero de 2024: Un derrumbe en el kilómetro 17 de la vía entre Quibdó y Medellín, provocado por fuertes lluvias, causó al menos 23 fallecidos. Una masa de tierra arrasó a varios vehículos que estaban apresados en la vía, afectando también una casa donde varias personas se resguardaban, resultando en múltiples víctimas atrapadas.

Cada tragedia, no solo destaca la urgencia de completar la vía, sino también la necesidad imperiosa de ampliarla, adaptándola a las condiciones geográficas y climáticas de la región, la segunda más lluviosa del mundo. Es imperativo que el gobierno tome medidas inmediatas y efectivas. Esto implica no solo asignar los recursos necesarios para la ampliación, pavimentación y el mantenimiento de la vía, sino también asegurar una supervisión y ejecución efectivas de los trabajos. Debe haber un compromiso real para cambiar la narrativa de esta región, transformándola de un símbolo de abandono a un ejemplo de atención y progreso. Es una cuestión de dignidad humana.

La falta de pavimentación adecuada, el mantenimiento deficiente y la ausencia de medidas de seguridad adecuadas no solo complican el transporte y el comercio, sino que también exponen a los viajeros a riesgos inaceptables. Esta situación es inadmisible en cualquier sociedad que se precie de ser justa y equitativa.

La comunidad de Chocó merece una carretera que no solo exista en el papel o en promesas a medias, sino que sea una realidad tangible, amplia y segura. La finalización de la vía Quibdó-Medellín debe ser seguida por una ampliación que contemple viaductos robustos, una calzada adecuada para el volumen de tráfico y las condiciones meteorológicas, y medidas de seguridad diseñadas específicamente para la región.

Finalizar y ampliar la vía Quibdó-Medellín es un paso crucial hacia un futuro donde la igualdad de acceso a infraestructuras seguras y eficientes sea una realidad para todas las regiones de Colombia.

Una vez más, los chocoanos se ven envueltos en el dolor de perder a sus seres queridos y en la lucha por sanar sus heridas. Sus corazones están cargados de rabia y desesperación ante una tragedia que se veía venir y donde el Estado, señalado como el principal responsable, no ha sabido protegerlos. En este momento crítico, no se buscan soluciones temporales o reparaciones superficiales que solo sirven para ocultar las heridas profundas que ha dejado este abandono.

Lo que se exige, con una firmeza que no puede ni debe ser ignorada, es la implementación inmediata y efectiva de un plan de ampliación, pavimentación y mantenimiento sostenible para la vía Quibdó-Medellín. Esta demanda trasciende la mera petición; es un clamor por los derechos, la dignidad y el respeto a la vida de los chocoanos. No se trata de solicitar favores, sino de exigir la justicia y la seguridad que merecen como ciudadanos y seres humanos.